GIDDENS, Anthony (1991), Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea, trad. de José Luis Gil Aristu, Península, Barcelona, 1994.
Grueso volumen del sociólogo británico sobre la búsqueda de la identidad personal por parte del individuo de las sociedades contamporáneas. Profusamente apoyado por la obra de otros sociólogos del ámbito anglosajón (Taylor, Sennett, etc.) , esta obra no se propone como un tratado de psicología –aunque se utilice las opiniones de muchos psicólogos–, sobre la identidad, sino sobre el individuo en las sociedades postradicionales y sus dificultades para convertirse en alguien dotado de una imagen propia de sí mismo.
Se estructura el discurso de Giddens acerca de la identidad en base a dos pilares fundamentales: 1) que la construcción identitaria se basa en un proyecto reflejo (es decir, fruto de una reflexión por la que el individuo se propone unas metas y unos fines); 2) que ese proyecto reflejo debería poder ser structurado, a su vez, como una crónica personal de la vida, en la que se perciban los puntos principales de una planificación reflexiva.
Varios son, según Giddens, los obstáculos con que se encuentra el individuo moderno a la hora de planificar su vida según un proyecto reflejo. Todos los saberes, que parecían inamovibles en las sociedades premodernas, son constantemente sometidos a revisión por la ciencia contamporánea; nada es seguro, puesto que susceptible de ser derribado por nuevas convicciones que cambien la perspectiva y el sentido moral de los individuos, sin asideros seguros a los que aferrarse. De ahí que la duda provoque una construcción constante de la identidad.
Por una parte, la duda ha reemplazado a las convicciones que aportaba el antiguo régimen, patriarcal y tradicional. Los ritos de paso, que antaño dotaban de un foco de solidaridad y pertenencia del individuo a la comunidad, han desaparecido casi por completo en la sociedad moderna. La religión, en su inmensa mayoría, ha perdido el poder moral que tuviera en otro tiempo. Por último, el declive de la familia patriarcal, o de la familia a secas, hace que el individuo se las tenga que ver consigo mismo a la hora de construir su identidad personal.
Amén de estos importantes obstáculos, la sociedad moderna conduce, mediante la mercantilización de los objetos, al narcisismo del individuo, quien termina por encontrar únicamente en sí mismo las fuentes de su definición personal. Esto, sin embargo, puede contribuir a que el individuo albergue sentimientos de omnipotencia y de grandeza totalmente opuestos, según Giddens (que se apoya en Lasch) a la construcción de una vida armónica con la sociedad en que se inscribe. "El narcisismo –señala Giddens– es una preocupación por el yo que impide al individuo establecer límites válidos entre el yo y los mundos externos. El narcisismo relaciona los sucesos exteriores con las necesidades y deseos del yo, preguntándose sólo 'qué significa eso para mí'" (p. 216). De esa manera, el narcisista alberga difícilmente sentimientos de empatía y solidaridad con el mundo que le rodea, centrado como está en una constante búsqueda personal.
Otra consecuencia del declive de la sociedad tradicional es que la vergüenza (en su sentido psicológico) ha sustituido a la culpa. Esta última era el corifeo negativo. Mientras la vergüenza depende de sentimientos de insuficiencia personal, debiéndose entender en relación con la integridad del yo, la culpa deriva de sentimientos de haber obrado mal (p. 88). En ausencia de un código moral fijo e inamovible, sólo el propio código, el proyecto reflejo del individuo marca la norma; de ahí que sea precisamente la insuficiencia personal a la hora de cumplir con los propios propósitos vitales la que sea fuente de malestar. Su cometido será tanto más importante en la personalidad adulta cuanto más internamente referencial sea la identidad del yo.
Interesante y denso, este título de Giddens intenta huir de todo dogmatismo normativo, como no podía ser de otra manera en alguien que cree en la constante evolución de una sociedad moderna como la nuestra.
Grueso volumen del sociólogo británico sobre la búsqueda de la identidad personal por parte del individuo de las sociedades contamporáneas. Profusamente apoyado por la obra de otros sociólogos del ámbito anglosajón (Taylor, Sennett, etc.) , esta obra no se propone como un tratado de psicología –aunque se utilice las opiniones de muchos psicólogos–, sobre la identidad, sino sobre el individuo en las sociedades postradicionales y sus dificultades para convertirse en alguien dotado de una imagen propia de sí mismo.
Se estructura el discurso de Giddens acerca de la identidad en base a dos pilares fundamentales: 1) que la construcción identitaria se basa en un proyecto reflejo (es decir, fruto de una reflexión por la que el individuo se propone unas metas y unos fines); 2) que ese proyecto reflejo debería poder ser structurado, a su vez, como una crónica personal de la vida, en la que se perciban los puntos principales de una planificación reflexiva.
Varios son, según Giddens, los obstáculos con que se encuentra el individuo moderno a la hora de planificar su vida según un proyecto reflejo. Todos los saberes, que parecían inamovibles en las sociedades premodernas, son constantemente sometidos a revisión por la ciencia contamporánea; nada es seguro, puesto que susceptible de ser derribado por nuevas convicciones que cambien la perspectiva y el sentido moral de los individuos, sin asideros seguros a los que aferrarse. De ahí que la duda provoque una construcción constante de la identidad.
Por una parte, la duda ha reemplazado a las convicciones que aportaba el antiguo régimen, patriarcal y tradicional. Los ritos de paso, que antaño dotaban de un foco de solidaridad y pertenencia del individuo a la comunidad, han desaparecido casi por completo en la sociedad moderna. La religión, en su inmensa mayoría, ha perdido el poder moral que tuviera en otro tiempo. Por último, el declive de la familia patriarcal, o de la familia a secas, hace que el individuo se las tenga que ver consigo mismo a la hora de construir su identidad personal.
Amén de estos importantes obstáculos, la sociedad moderna conduce, mediante la mercantilización de los objetos, al narcisismo del individuo, quien termina por encontrar únicamente en sí mismo las fuentes de su definición personal. Esto, sin embargo, puede contribuir a que el individuo albergue sentimientos de omnipotencia y de grandeza totalmente opuestos, según Giddens (que se apoya en Lasch) a la construcción de una vida armónica con la sociedad en que se inscribe. "El narcisismo –señala Giddens– es una preocupación por el yo que impide al individuo establecer límites válidos entre el yo y los mundos externos. El narcisismo relaciona los sucesos exteriores con las necesidades y deseos del yo, preguntándose sólo 'qué significa eso para mí'" (p. 216). De esa manera, el narcisista alberga difícilmente sentimientos de empatía y solidaridad con el mundo que le rodea, centrado como está en una constante búsqueda personal.
Otra consecuencia del declive de la sociedad tradicional es que la vergüenza (en su sentido psicológico) ha sustituido a la culpa. Esta última era el corifeo negativo. Mientras la vergüenza depende de sentimientos de insuficiencia personal, debiéndose entender en relación con la integridad del yo, la culpa deriva de sentimientos de haber obrado mal (p. 88). En ausencia de un código moral fijo e inamovible, sólo el propio código, el proyecto reflejo del individuo marca la norma; de ahí que sea precisamente la insuficiencia personal a la hora de cumplir con los propios propósitos vitales la que sea fuente de malestar. Su cometido será tanto más importante en la personalidad adulta cuanto más internamente referencial sea la identidad del yo.
Interesante y denso, este título de Giddens intenta huir de todo dogmatismo normativo, como no podía ser de otra manera en alguien que cree en la constante evolución de una sociedad moderna como la nuestra.
4 comentarios:
¿"El yo y la sociedad en la época contemporánea"? Mucho tajo, ¿no te parece? Aunque sea para alguien con una mente tan presuntamente privilegiada como la de Giddens...
Por suerte o por desgracia, este libro que comentas hoy no he podido leerlo. Sí que leí el que reseñaste previamente del mismo autor: "La transformación de la intimidad...". Me pareció decepcionante y claro exponente del subgénero "Sociología de Peluquería", con todos mis respetos al Sr. Llongiddens, digo Llongueras.
Por no extenderme en exceso, te expondré sucintamente algunas dudas que me surgen al leer tu interesante crítica.
1- El análisis del "yo y la sociedad en la época contemporánea", ¿lo aplica Giddens a todas las culturas actuales del Mundo o lo limita a alguna en particular? Caso de que el análisis no sea excluyente, supongo que habrá tenido en cuenta las sociedades africanas contemporáneas, las muy diversas que se dan en Asia, en Oceanía, etc. Si ha analizado estas sociedades, ¿puede afirmar que los ritos de paso han desaparecido casi por completo? ¿O que la religión, en su inmensa mayoría, ha perdido el "poder moral" que tuviera en otro tiempo? Si, por el contrario, en su análisis ha despreciado el estudio de sociedades contemporáneas que no se ajusten al calificativo impuesto por la cultura occidental de "modernas", ¿no nos encontraríamos ante un fraude sociológico con sesgo etnocéntrico? Al menos, si damos por hecho que el título de un ensayo sociológico debe reflejar con rigor el contenido que los lectores van a encontrar al estudiarlo .
2- Como ya me voy acostumbrando a las estratagemas especulativas de Giddens y su discurso inconsistente (cuando no contradictorio), no me ha sorprendido apreciar en tu reseña una de sus características: definir un fenómeno aplicándole propiedades incompatibles en distintos momentos dentro del mismo discurso calificativo. Son las ventajas de las "Ciencias" especulativas y de autores a quienes las ideas de "verificación" o "falsabilidad" son tan ajenas como puede resultarle a Víctor Fernández la de "fútbol total". Así, vemos que Giddens atribuye a la sociedad moderna la capacidad de instaurar en los individuos sentimientos de GRANDEZA Y OMNIPOTENCIA. Y casi simultáneamente, pero en otro apartado, nos revela el autor que la característica "vergüenza" ,propia de la sociedad moderna y sustituta de la tradicional culpa, se basa en los SENTIMIENTOS DE INSUFICIENCIA PERSONAL característicos de la identidad individual actual. Todo vale p´al convento, sean puntos principales de una planificación reflexiva del autor con el ánimo de dotar de "identidad" propia/autónoma a su ensayo o, simplemente, ir rellenando cuartillas para cumplir el contrato con la editorial y materializar el suministro de miles de libras premodernas, posttradicionales o, incluso, hipermodernas.
Bueno, ya seguiremos otro rato , saludos. entrezenygen
Respuestas a las preguntas/comentarios del SR Entrezenygen:
1) Desde luego, la sociología se plantea principalmente el análisis crítico y descriptivo de las sociedades occidentales (Europa y Norteamérica principalmente); por lo que la acusación de etnocentrista estaría de más en caso de no centrar el tipo de sociedad objeto de estudio. Dése usted cuenta de que la división en 'edades' (media, moderna, contemporánea...) se basa exclusivamente en los acontecimientos históricos acaecidos en Europa, pues se trata de una convención historiográfica sólo aplicable en el mundo nacido del germen grecorromano; aplicar esas divisiones a otras civilizaciones no nacidas de ese mismo germen sería una generalización, ahora sí, etnocentrista. Creo que al leer el título cualquiera puede darse cuenta de a qué tipo de sociedad va a referirse el autor. Por otra parte, y ahora sí que le doy razón en lo de etnocéntrico, si se tratara de un estudio que abarcara otras sociedades, eso quedría expuesto en el título y ya no sería un tratado de sociología, sino más bien de antropología o de etnología, si me estira.
Esto puede responder en parte a su cuestión sobre la existencia de los ritos de paso en otras sociedades no descritas en el libro de Giddens.
2) Sobre las posibles contradicciones: las establece usted en su lectura sesgada y apriorística de que el autor junte en el mismo rebaño sentimientos de ominpotencia y grandeza con los de vergüenza (o insuficiencia personal). Una cosa no quita la otra, puesto que el sentimiento de omnipotencia es una reacción contra el de vergüenza (y viceversa, como verá). En un mundo sin referencias fijas, la culpa ya no puede existir; existirá un sentimiento que lo sustituya cuya escala de valores se establece en base a un programa, en cierto modo, personal de expectativas y anhelos. Giddens afirma que la sociedad alienta el narcisismo del individuo convertido en consumidor, ofreciéndole una seguridad en sí mismo ficticia y, sobre todo, vicaria. La vergüenza nace, precisamente, por no dar la talla en esa seguridad ilusoriamente creada. O sea, que ese sentimiento de insuficiencia personal es heredero y consecuencia de esa falsa omnipotencia. Creo que encontrarlos contradictorios es únicamente fruto de una lectura rápida e insuflada por un constante espíritu de contradicción.
Desde luego, no pienso que el manual de Dyer sea más riguroso que el de Giddens; la verdad es que, dentro de la autoayuda, los he visto mejores. En cuanto encuentre una referencia cuyos título y autor he perdido, la someteré a su conocimiento.
C.
@ joaquin.chc@gmail.com
Quizás una revisión a Immanuel Wallerstein: Abrir las Ciencias Sociales, y Las incertidumbres del saber, te permita una mejor apreciación de la obra de Giddens.
Saludos
Yo que sí que me leí el libro, te corrijo en un error, la frase que señalas de Giddens, en la que según has puesto tú se apoya en Lasch, no es en él en quién lo hace, sino en Sennet.
Un saludo.
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