Impactante obra del marroquí Chraïbi, uno de los grandes nombres de la literatura magrebí de expresión francesa, Le Passé simple es una agria novela de iniciación: a la rabia, al desapego, a la escapada, a la puesta en tela de juicio de los valores eternos de la sociedad marroquí de mediados de los 50 (la obra fue editada en 1954 como una bomba).
El joven Driss (no sabemos si sosias del autor), educado en la civilización y la lengua francesas, es hijo de un rico comerciante en tes de Casablanca. Progresivamente enfadado con la hipocresía visible de los que hacen de la fe un modo de promoción social, renuncia en primer lugar a todos los preceptos de la ley musulmana; renuncia, en segundo, a su familia viendo como esta se somete sin discusión a los dictados del todopoderoso padre; se enfrenta a su progenitor y termina por robarle sus posesiones y repartirlas entre sus compinches. Un viaje a Fes y la muerte de dos seres cercanos provocan la huida de Driss, quien vuelve a la casa del padre tras haberse gastado el botín del robo con todas las trabajadoras de un burdel. Con la reconciliación con el patriarca de la familia, Driss consigue que le financie su viaje a París, donde aumentar su formación y su separación de una sociedad de la que echa pestes.
Agresivo, denso, hipnótico por momentos, este Pasado simple (o Pretérito indefinido, pues el título se refiere también a este tiempo verbal, ya en desuso y verdadero escollo de la gramática francesa –de ahí que el título alimente una significación múltiple: la dificultad de la cultura francesa, la simpleza de la sociedad musulmana, o que se trate de relatar el pasado, simplemente) es un tesoro de erudición y de vocabulario, pues en él el lector encontrará innumerables expresiones de origen magrebí que han pasado a la lengua de Voltaire. Ello dificulta una lectura sosegada y tranquila. Pero no creo que Sidi Chraïbi buscara seducir al lectocon vacuos encandilamientos, sino fastidiarle, atizarle y sacudirle. Más dramática aún que esta es la novela Les Boucs (los chivos), sin traducción al castellano por mí conocida, y que narra las enormes vicisitudes de unos magrebíes en París: parias, mendigos, buscavidas, sus personajes sufren no sólo hambre e ignominia, sino el autodesprecio más acerado.
El joven Driss (no sabemos si sosias del autor), educado en la civilización y la lengua francesas, es hijo de un rico comerciante en tes de Casablanca. Progresivamente enfadado con la hipocresía visible de los que hacen de la fe un modo de promoción social, renuncia en primer lugar a todos los preceptos de la ley musulmana; renuncia, en segundo, a su familia viendo como esta se somete sin discusión a los dictados del todopoderoso padre; se enfrenta a su progenitor y termina por robarle sus posesiones y repartirlas entre sus compinches. Un viaje a Fes y la muerte de dos seres cercanos provocan la huida de Driss, quien vuelve a la casa del padre tras haberse gastado el botín del robo con todas las trabajadoras de un burdel. Con la reconciliación con el patriarca de la familia, Driss consigue que le financie su viaje a París, donde aumentar su formación y su separación de una sociedad de la que echa pestes.
Agresivo, denso, hipnótico por momentos, este Pasado simple (o Pretérito indefinido, pues el título se refiere también a este tiempo verbal, ya en desuso y verdadero escollo de la gramática francesa –de ahí que el título alimente una significación múltiple: la dificultad de la cultura francesa, la simpleza de la sociedad musulmana, o que se trate de relatar el pasado, simplemente) es un tesoro de erudición y de vocabulario, pues en él el lector encontrará innumerables expresiones de origen magrebí que han pasado a la lengua de Voltaire. Ello dificulta una lectura sosegada y tranquila. Pero no creo que Sidi Chraïbi buscara seducir al lectocon vacuos encandilamientos, sino fastidiarle, atizarle y sacudirle. Más dramática aún que esta es la novela Les Boucs (los chivos), sin traducción al castellano por mí conocida, y que narra las enormes vicisitudes de unos magrebíes en París: parias, mendigos, buscavidas, sus personajes sufren no sólo hambre e ignominia, sino el autodesprecio más acerado.
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